Participamos: Carlos, Pedro, Mariano, Arturo, Antonio, Merche, Julio, Pepe, Javier y Míriam. La predicción meteorológica para el sábado no era nada halagüeña. Aún así, después de amanecer y vernos envueltos en plena niebla, dejamos los coches en Fredaçom en el Hospice del Riomajou (el inicio de nuestra ruta). Allí, esperaba pacientemente Carlos bajo un clemente calabobos. Estábamos a 1.358 m
9.00h.Llevados por las inquebrantables ganas de montaña que nos caracterizan, nos calzamos las botas y sin más, emprendimos camino hacia el invisible Lustou.
Inicialmente cruzamos el puente y fuimos caminando por una pista por el bosque hasta que, justo antes de volver a cruzar el río por otro puente, tomamos una senda a la izquierda que te lleva a pasar el arroyo le Peguere, afluente del Riomaju. Después se continúa la subida por el margen izquierdo de dicho arroyo; pasamos una zona corta de impresionantes abetos y seguimos el sendero bien hitado hasta la cabaña Montagne de Thou (2.074 m) Durante la caminata nos pusimos y quitamos la ropa de agua según variaron las condiciones .
11.00 h. Después de inspeccionar la cabaña y tomar un refrigerio, continuamos la marcha sabiendo que si el invisible Lustou se tornaba imposible, nos serviría de cobijo para poder comer y reponer fuerzas. Empezó a llover de verdad. Para evitar el viento que, seguro que en esos momentos azotaba la vía de ascenso, fuimos subiendo por el valle, por camino bien marcado, conscientes de que la cuerda por la que debíamos acceder a la arista final de la cumbre, la habíamos dejado muy a la izquierda.
Remontamos por fácil pedrera hasta la cresta y después de pasar por un gran vivac, dado que el suelo de pizarra estaba mojado, fuimos prudentemente por la vertiente izquierda de la cresta hasta la cima.
14.30h La cima, a 3.025 m, nos recibió por todo lo alto: con agua nieve, viento y sin una sola vista; así que, hicimos la foto de rigor y bajamos todo lo ligeros que pudimos hasta la coqueta y bien equipada cabaña de Thou, donde comimos algunos de su comida, y otra de la ajena. Sobre nuestras piernas pesaban 1.667 m de subida y 951 m de bajada
15.30 Empezamos a tener frío, nos pusimos a bajar los 716 m que nos quedaban,
esta vez sin lluvia y sin niebla, por lo que pudimos disfrutar de casi todas las vistas que en la subida nos habíamos perdido.
Autores del relato: Javier, Pepe, Antonio, Julio y Míriam
