Todo esto nos supuso un retraso de casi una hora. Lo malo, que el grupo de detrás nuestro siguió nuestras huellas y se metieron en el mismo marrón. Una vez en el track y con niebla, me quedé esperando a las personas que se habían separado del grupo de cola y se unían al nuestro ya que en ese grupo hubo algún problema de bloqueo en el destrepe.
Una vez reunidos subimos hacia la cumbre del Lurien19 personas, además del grupo de cabeza.
En el comienzo de la subida a la cumbre dos participantes se dieron la vuelta. La nieve estaba en buenas condiciones por la baja temperatura y la falta de sol, compactándose la huella al paso de dos personas y resultando bastante cómoda la ascensión. A mitad de subida nos cruzamos con el grupo de cabeza que ya bajaban dispuestos a hacer la ruta larga por el lago de Artouste.
En la precima, en la arista que da a la cumbre había un pequeño escalón que sorteamos uno a uno utilizando el piolet gancheando en una roca que se deshacía. Resultaba complicado encontrar un anclaje que transmitiese confianza. En este punto otro participante decidió volver.
El resto, 16 participantes hicimos cumbre. Comimos algo, hicimos foto de grupo y poco más porque había niebla cerrada. La bajada fue fácil ya que simplemente había que dejarse ir y la nieve te retenía sin mayor esfuerzo.
Una vez en el collado comimos y teníamos que decidir quién hacía la ruta corta bajando por el mismo recorrido que habíamos hecho por la mañana y quién la larga por el lago de Artouste y hacia el Collado de Artouste. 13 personas decidimos continuar por la ruta larga, advirtiéndoles que había que ir a buen ritmo ya que por la hora que era teníamos el tiempo algo justo para llegar en hora a la cena del albergue.
La bajada desde el collado hacia el lago de Artouste fue muy bonita, con nubes abajo en lo profundo del valle y otra capa de nubes por encima de nosotros amenazando.
Una vez bajado hasta la cota del lago quedaba un rato de travesía horizontal hasta llegar a él. En esos momentos empezó a caer agua nieve. El paisaje seguía siendo precioso con el lago al fondo, pero la sensación de estar mojándonos, la temperatura era baja para andar en esas condiciones (si se nos mojaba la ropa) y que estábamos lejos de la carretera por cualquier camino, por encima de 2000 m. de altitud y que teníamos que subir uno de los dos collados para salir de allí, ya no eran tan placenteras.
Se escuchaban unos silbatos, pero muchos no hacían caso porque sabían qué habían escuchado en un lugar tan apartado. Es Le Petit train d'Artouste, dijimos. Un pequeño ferrocarril construido en los años 20 para el transporte de materiales para la construcción de la presa del lago de Artouste, que posteriormente mantuvieron en funcionamiento hasta la actualidad como uso turístico desde la estación de esquí hasta el lago donde se encuentra el refugio de Artouste. Ahí empezaron las dudas montañeras. Todos pensábamos que siendo montañeros duros y con un equipo tan bueno no te podías ni plantear salir de allí en el trenecito ni aunque las condiciones fueran adversas, previendo que íbamos a pasar un mal rato. Hasta que alguien dijo: "¿Y si voy al refugio a preguntar el horario del tren y que nos saque de aquí?". Allí nadie se hizo el duro y nos pareció una idea estupenda. ¡Qué lástima! el último tren salía a las 4:30 y eran casi las 5:30.
Sólo nos quedaba continuar la ruta andando como estaba previsto con la hora un poco justa y el tiempo ...
El tiempo bueno, en ese momento paro de caer agua-nieve, seguía cubierto pero con visibilidad y la nieve estaba en buenas condiciones. Además contábamos con la huella que habían hecho nuestros 5 compañeros 1 ó 2 horas antes. Rodeamos el lago, precioso. Subimos al collado, algo más de 300m de desnivel por nieve bastante cómoda, con unas vistas que merecían la pena darse la vuelta de vez en cuando para disfrutarlas.
Desde el collado, bajada por la vaguada hasta la carretera. Cambiaba el paisaje con la altitud. Primero mucha nieve que pasó al camino seco con arroyos que venían de las dos vertientes. Y al final entramos en el bosque de hayas y abetos con ese contraste entre verdes claro y oscuro. La pista por el bosque era cómoda y muy muy bonita.
Domingo 1 de Junio. Anayet
Grupo I - Punta Espelunciecha (2400m)
Relato de F. S.
Las condiciones meteorológicas eran las mismas que el día anterior, sólo que en la cara española de los Pirineos donde sólo pasaba alguna nube del lado francés pero sin riesgo de precipitación y bastante sol. Día de echarse bastante protector solar.
Arrancamos de la entrada a la estación de esquí de Formigal por la zona de Anayet.
En el grupo de cabeza iban 6 personas que tiraron. Después un grupo alargado y yo al final de él controlando a los que decidían darse la vuelta en algunos casos por secuelas del día anterior (cansancio, lesiones, ...). Informaba a la escoba que bajaba alguien y todo controlado. En el ibón de Anayet nos paramos a comer algo y esperamos a reagruparnos, juntándonos 12 personas.
Proseguimos la marcha hacia la pala que lleva al collado que separa los Anayet (pico y vértice). Veíamos a nuestros 6 compañeros que estaban iniciando el ascenso. Una persona que iba delante de ellos (no era de los nuestros) abriendo huella se dio la vuelta. Por la emisora nos dijeron que no lo veía claro pero que ellos decidían continuar. Nos paramos en un punto de la aproximación para observar y esperar información de nuestros compañeros. Era una pala de nieve nada complicada, pero las cornisas nos indicaban que estaba bastante cargada y era de sotavento. El sol estaba dando directamente sobre ella. En el lugar en el que estábamos la nieve se estaba poniendo papa por momentos, perdiendo toda cohesión. Discutimos sobre qué hacer. Pensamos que no era buena idea meter a 12 personas más en una pala de nieve de sotavento bastante cargada y teniendo en cuenta que sobre todo a la bajada, pasadas un par de horas, la nieve iba a tener muy poca consistencia por el sol. Además la huella no iba directamente por la línea de máxima pendiente sino que atravesaba la pala, lo que aumentaba el riesgo de cortar la placa si pasaban por allí 12 personas más ida y vuelta.
Decidimos subir a la Punta Espelunciecha (2400m) que queda enfrente de los Anayet justo al otro lado del ibón. Esta punta tiene unas vistas espectaculares de los Anayet, Midid'Ossau, Arrieles, Balaitous, Infiernos, ....
Grupo II – Pico y Vértice Anayet
Relato de Javier
Comenzamos a caminar todo el grupo (excepto los que decidieron el regreso a Madrid esa misma mañana) en el parking situado junto al Corral de las Mulas y fuimos avanzando por el GR-11, los primeros 3 km por la carretera y luego siguiendo el sendero o caminando por la nieve según ascendíamos por el Barranco de Culivillas.
Como el tiempo era espléndido cada uno fuimos caminando al ritmo que nos apetecía deteniéndonos a contemplar el paisaje o hacer fotos.
De esta forma, al final del barranco, nos encontramos en el inicio de la amplia explanada donde se ubican los ibones del Anayet los 6 componentes del grupo que habíamos ido menos relajadamente.
Como disponíamos de 2 emisoras para comunicarnos y la visibilidad del recorrido previsto era completa, decidimos continuar abriendo camino por la nieve, dejando a nuestra derecha el ibón principal y dirigiéndonos hacia el amplio collado del Anayet que presentaba una corta aunque fuerte subida (aprox. 100 m de desnivel en 160 m en horizontal) y una cornisa de nieve en su parte derecha. Como la nieve estaba blanda y había una huella hasta la mitad de la subida, de una persona con la que previamente habíamos hablado, acometimos la ascensión con ayuda del piolet pero sin necesidad de crampones, eso sí, evitando en todo momento la zona situada bajo la cornisa. Una vez en el cuello del Anayet nos reagrupamos los 6 y valoramos la posibilidad de no continuar la ascensión ya que por la subida de temperaturas pudiera existir más riesgo de desprendimiento según avanzaba el día, no obstante la proximidad del pico y la poca cantidad de nieve blanda que observamos que podía deslizarse sobre la capa inferior más compacta nos animó a seguir.
La subida hacia el pico se encontraba perfectamente señalizada mediante hitos y el propio desgaste de las rocas, así que avanzamos sin mucha dificultad, salvo alguna pala de nieve que requería la ayuda del piolet. De esta forma llegamos a la zona donde se encuentra la cadena; en este punto algunos de nosotros nos desprendimos de la mochila, pero todos continuamos con precaución agarrándonos fuertemente a la cadena ya que la roca donde apoyábamos los pies se encontraba húmeda y resbaladiza en muchos sitios.
Al final de la cadena había que cruzar una pala de nieve, que aunque no presentaba mucha dificultad, estaba encaramada sobre el abismo, lo que de nuevo nos hizo dudar y de hecho dos de los componentes del grupo decidieron volver hacia el collado, no obstante, como disponíamos de dos emisoras pudimos seguir manteniendo el contacto en todo momento.
Los 4 que quedamos pasamos sin problemas esta pala de nieve y llegamos a la trepada final que discurre casi vertical por una canal y es sencilla siempre teniendo en cuenta que hay que tener mucho cuidado de no salirse de la zona de trepada y que debido a la humedad las rocas pueden ser un poco traicioneras. No obstante bastaba con echar un vistazo hacia abajo para recordarte que no era buen momento para despistes.
De esta forma llegamos a la cima donde nos relajamos un rato, disfrutamos de las vistas e hicimos las fotos de rigor. Esperamos hasta que subieran tres montañeros que no eran de nuestro grupo para no cruzarnos en la chimenea y a continuación iniciamos el descenso, siguiendo exactamente los mismos pasos hasta llegar de nuevo al Cuello del Anayet, donde se encontraban nuestros dos compañeros más otro dos que se habían separado del grupo principal y se encontraban allí.
Aunque la nieve estaba un poco más blanda y la capa más superficial se desprendía con facilidad deslizándose sobre la inferior, la situación no entrañaba riesgo, siempre que se evitase la zona que estaba situada bajo la cornisa mencionada anteriormente. También pudimos observar en una pala de nieve mucho más larga y de similar inclinación a la que teníamos debajo, un esquiador de travesía que había subido al vértice del Anayet y descendido esquiando sin provocar ningún alud, salvo pequeños deslizamientos de la capa superior de nieve. Esto animó a alguno de los componentes del grupo a aprovechar para practicar un poco de autodetención en la bajada o simplemente dejarse deslizar por la nieve.
Una vez descendidos los 100 m de la pala, observamos que dos de los componentes del grupo aún no habían descendido, al parecer porque uno de ellos encontraba ciertos reparos a la bajada. Aprovechamos para comer un bocadillo mientras observábamos los acontecimientos arriba y cuando nos estábamos planteando subir de nuevo al collado, aparecieron allí los tres montañeros con los que habíamos coincidido en el Anayet, que junto con el otro componente del grupo dieron a esta persona el apoyo moral suficiente para afrontar el reto de la bajada. Una vez agradecida esta labor a los tres montañeros, continuamos inmediatamente los 8 la bajada hacia el aparcamiento para no hacer esperar mucho al resto de nuestros compañeros que nos llevaban bastante delantera.
