El día 4 de octubre nos citamos 53 y no faltó nadie. Explicaciones en el bus, informaciones, puntualidad, grupos y referentes de ellos, walkies... Llegada a Fuente Dé a la 01:30 de la madrugada, alguien aún tiene ganas de hablar, ¡eh! ¡eh! mañana tenéis todo el día. Todos a dormir. 

7:00 de la mañana, a desayunar, 7:30 h, pues 18 suben por el Hachero o por la Jenduda hasta el cable y otros 18 a los taxis para comenzar en la Hdina de Covarrobres. Tras 1:20 h a los taxis el resto, 17. Esta vez nos dejan en el Ref. de Áliva por imperativo "legal". 

Tras unos metros de nada, muchos nos reagrupamos en el collado de la Canalona (2.451 m), unos ya hicieron Peña Vieja (2.614 m), otros van, otros esperan, otros para Santa Ana (2.595 m), los Walkies comunican situación de unos y otros cada cierto tiempo...

Todo parece irrelevante, lo dicen las caras, las sonrisas, la comida compartida, los comentarios, las vistas ¡Qué fuerte! todo fluye. 

Los menos, optan por dirigirse directamente a la Collada Bonita con la mirada hacía Tiros Santiago, Torre de las Colladetas, Aguja de los Martínez, Torre de Oso, Cucharón de Villasobrada, Peña Castil (la izda. por delante de la dcha.). Atravesaremos el paisaje kárstico, los jous (hoyos) y finalmente éstos, serán avistados por los que prefieren mayor esfuerzo y "mirada de pájaro". Desde arriba, en Tiros Navarro, alguien comenta "mirad, son pegasos, aquellos cuatro".                                                                                

Media hora antes, los mismos, escudriñaban la pared del contrafuerte de esta cima tricéfala, buscando la escondida canaleta de acceso a la ladera oriental de la montaña. La trepada nos permitió disfrutar de las dos cumbres más septentrionales (2.598 m). 

Poco a poco cada grupo va recorriendo los diferentes opcionales previstos en el nivel alto de la actividad: Peña Vieja, Picos de Santa Ana y Tiros Navarro para llegar a la Collada Bonita (2.384 m), punto del antes y el después en esta ruta. Aquí pocos escapan al embelesamiento del Urriellu, majestuoso, imponente, gigante pétreo que invita a la imaginación Y a la aventura. ¡Quizá algún día!    

El momento es ideal para reponer fuerzas, comer y compartir algunas viandas, el chocolate cuesta, el membrillo no, que traigo poco... bueno ¿quieres un poquito...? El vino en la bota pasa de mano en mano entre abstemios y libadores de taninos y, de modo ejemplar, diría que, como el caldo en el trasiego, suavemente. Fotos, muchas y buenas, juntos y riendo, pensando en la siguiente. 

Poco a poco vemos que los más rezagados suben y de igual modo, poco a poco, los que recuperaron inician el lento descenso al que obliga la caprichosa pedrera y roca que permite alcanzar el enraizado tronco E del Urriellu. Enorme vuelta por la derecha para atisbar la Canal de la Celada y muchos, unos más que otros, sentimos el esfuerzo en algún lugar de nuestras piernas, unos dicen rodilla ¡ay! otros tobillo ¡ay! y yo corvejón ¡ay!, entre otros. En hileras tipo "morse" el Urriellu nos divisa, pequeños, ínfimos, quizá sin sospechar lo inmensos que nos sentimos (que ingenuo, que no sabrá él). Pasos, pasos y más pasos y por fin el camino de Pandebano: 51 a la izquierda, 2 a la derecha (que obstinación, derecha, ¡no!, izquierda) y tras una corta bajada les llega la reflexión y la luz: ¡era a la izquierda!

Ya en el refugio, nuestro mejor anfitrión, Pablo, nos recibe con las llaves de las taquillas y su encantadora sonrisa, también Pedro con oportunas explicaciones sobre normas y registro.

Entre cansancio, bromas y preguntas ¿dónde, habitación, camas, cena, duchas? todos vemos con claridad lo reconfortante de la jornada. 

Llegados hasta aquí alguien podría pensar: ¡que exagerado, cuanta fantasía, ya será menos! y, para ello/as solo se me ocurre decirles: tendríais que haber venido, visto con vuestros sentidos y dejaríais de ser Santo Tomás. No obstante, os dejaremos la otra mejilla, podéis leer a Pablo (10 años y seguro merecedor de cuantas loas imaginemos), a Yolanda, a Gema (la montañera de Valladolid), a Carlos, a Javier... 

Aseo, duchas, cena, pláticas al fresco en el anochecer de los Urrieles, aliviamiento, frontales, estiramientos, preparación de catres y... el que pueda, que duerma. 

El domingo nos recibe con nocturnidad en el ref. Urriellu (1.953m), desayuno con sobao, macuto, botas, frontal y, caminemos entre la noche, que la previsión es de lluvia. Bajamos y no tardamos en echar la mirada atrás para degustar la cortina de luciérnagas que forman nuestros frontales en la noche. De sopetón uno de los destrepes de nuestra bajada hacia la canal del Camburero. Todas ayudan a todos y cada uno al ritmo de sus largos pasos o livianos sueños, fuimos bajando la empinada bajada de nuestras resbaladizas canales.

Es en el comienzo donde el más joven me invita a seguir sus pasos sin el menor desánimo y con la mar de preguntas, mira que babosa más grande ¿sabes que tiene un agujero en el cuerpo? (neumostoma) ¿estas montañas son viejas? (más tarde la maestra Myriam le explica que no, son jóvenes) ¡mira, moras! son parecidas a otras, pero son rojas y más blandas (frambuesas) y otros mil y un comentarios que me hicieron disfrutar de una de las bajadas más largas que he realizado, en la compañía de mi juventud, mis sueños y la ternura de la vida.

Gracias Pablo. Te mereces un Diploma y por ello el Club Pegaso te hizo entrega de él.

Dejando de soñar, algunos tramos deslizantes, otros con cable para asegurar, otros en rocas, pasamos el Canalón, sima de la Torca del Urriellu (más de 1.000m de profundidad que rivalizan con los 510m en vertical del Picu) atravesar el Jou Lluengu, la sucesión de terrazas, la Majada del Camburero (1.300m), cabañas de pastoreo que nos evocan al queso de cabrales, después la canal del Camburero nos lleva al pequeño circo glaciar del Jou Bajo. La Posa y la Garganta de Balcosín, la Voluga de Castisierra, cascada de las Mestas, Bulnes de Arriba y abajo, el Funicular, canal del Tejo, puente Colines, Salidas de Bulnes, puente Jardu, puente La Jaya, rio Cares, todos ellos nombres que dan una idea de la intensidad del recorrido 1.850m de bajada en 9 Km. Quizá en otra los hagamos subiendo.

Y que más contar, que Michel, nuestro conductor del bus, resolutivo y profesional, que Jesús y sus compañeros conductores de los taxis puntuales, atentos y preocupados, que la guardería del refugio, como es costumbre en estos alojamientos, atentos y organizando el servicio que necesitan tantas personas en una instalación "resumida". Mencionemos también el queso de cabrales de Puente Poncebos, la sidra, la fabada...

Concluir no siempre es fácil, en esta memoria debemos mencionar el trabajo y permanente atención de Manuel, mi compañero todos estos meses y especialmente este finde tan duro de salud para mí, también de Pedro, siempre ahí, de los compañeros que coordinaron grupos, los que ayudaron y acompañaron los pasos más lentos de otros, Juanjo, Javier y cuantos otros no vi, los que facilitaron esta actividad, los que dieron un paso atrás para el segundo turno de taxis, gracias Arturo, gracias Montse y Mariano por vuestra comprensión para con mi ignorancia, en fin, es muy difícil que entre los nombrados y/o referidos, no estén los 53.

Ruta que realizamos 53 montañera/os sin accidentes deportivos relevantes que destacar: 36 FEDME, 4 con seguro privado y 13 con seguro de actividad realizado por el Club. 30% M y 70% H.

Queridos lectores: A la vuelta hay más montaña. Nos vemos en ella.

Pepe... Zapata

A modo de resumen algunas impresiones del sábado 5 de octubre:

Este genial día lo comienzo junto a mis compañeros en la Horcadina de Covarrobres. Nuestro primer reto será Peña Vieja 2.615 m, el pico más alto de nuestros objetivos.

Hay que emplearse a fondo, nos esperan pedreras y trepadas que nos harán un día duro pero muy especial… ¡Me encanta trepar!

Poco a poco llegaremos al Collado de la Canalona desde el cual una gran pedrera nos llevará hasta la cumbre… ¡Qué nervios! Cuando coronamos, el paisaje es espectacular, te pone la carne de gallina. Visualizamos todos los macizos de Picos de Europa y un maravilloso mar de nubes, imágenes inolvidables que quedarán en nuestra retina para siempre, ahora unas fotitos y desde allí nos dirigiremos hacia las Santas.

En la bajada nos cruzaremos con otro grupo de compañeros. En el Collado un poco de agua y un respiro, comenzaremos el ascenso. Trepadas bastante verticales y un pasito expuesto.

Santa Ana está ahí, una y otra, volvemos a tener buenas vibraciones. Bajamos y en el Collado nos encaminamos por una gran pedrera a Tiros Navarro, acercándonos al famoso contrafuerte del que nos habló nuestro querido Manuel en el bus...jejeje, “que miedito entró”. Precaución, adrenalina y sensaciones fuertes una vez más.

Canal y llegada a Tiros Navarro, ante nuestros ojos un cielo azul y el Urriellu de fondo. En el pico descanso, comida y fotos con algún compi más de otro grupo, incluido el jefe.

Ya después para casita, el refugio Urriellu nos espera. Bajada por una gran pedrera y por el camino nos encontraremos a su majestad el Pico Urriellu, impresionante e impactante.

Da la sensación que estuviera esperando para saludarnos, fotos y llegadas en un rato al refugio, donde nos espera Pablo, el cual nos va ubicando en las camas. ¡Qué gran chavalín!

Ducha, cena, risas y merecido descanso, un día para no olvidar señor Zapata. Yolanda Rueda

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Me impresionaron estas montañas tan grandiosas, no conocía nada de picos. Experiencia totalmente POSITIVA, conocer a tanta gente maja. Todo muy bien organizado, chapó por los organizadores. Para mi que no soy del todo montañera ? (que he salido 2 veces contadas), me ha parecido muy dura, ??, pero al final la hice.

Vistas espectaculares que, si no es así, no las hubiera visto creo que nunca.

Resumiendo... muy contenta con el viaje, contenta de haberos conocido y contenta de haberlo conseguido. GRACIAS. ? Gema Maeso

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A modo de resumen algunas impresiones del domingo 6 de octubre:

La bajada a Puente Poncebos estaba prevista a las 7.30 y a esa hora la gente estaba preparada en el porche del refugio de Urriellu con mochila al hombro y frontal encendido ya que aún no había empezado a clarear.

No amenazaba lluvia, pero se notaba el rastro de la niebla nocturna en la humedad de las piedras, lo que exigía mayor precaución en la bajada, importante porque se descendían más de 1.800 m en 9 km.

Al poco de iniciar la marcha surgió una pequeña dificultad, un descuelgue de unos cuatro metros que se salvó con una cuerda por la que descendimos casi todos, aún con los frontales encendidos. Algún compañero captó el momento en una foto cargada de simbolismo. Haciendo Pegaso.

El resto de la bajada, ya a plena luz del día, se hizo con precaución y algún que otro resbalón, para concluir esta inolvidable actividad de la mejor manera posible, con un buen homenaje gastronómico en el emblemático bar de Puente Poncebos.   Carlos Maroto

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Después de una noche típica de refugio (calor y sueño intermitente) iniciamos la marcha de noche con los frontales a pesar de las irregularidades del terreno... la recompensa fue ver un bonito amanecer rojizo sobre un mar de nubes que varios compañeros han inmortalizado en unas estupendas fotos.

Tras una primera destrepada a una hondonada que retrasó mucho el avance y una bajada rápida deslizando por terreno de piedras descompuestas, continuamos la bajada por el camino de Camburero a través de un terreno de piedra humedecida por el rocío que exigía mucho cuidado por el riesgo de resbalones... Menos mal que el tiempo acompañó y que las piedras no estaban mojadas, porque habría sido en esas circunstancias una bajada terrible...

A pesar del cuidado y concentración en la bajada y de la ayuda para la estabilidad de los palos, tras una destrepada guiada por un largo tramo de cable, me caí golpeándome con fuerza la rodilla derecha y a partir de ese momento bajé con molestias y con más precauciones debido a que la rodilla no me respondía de la misma manera.

Afortunadamente lo peor de la bajada ya estaba hecho y en compañía del grupo de cabeza pude disfrutar de la travesía que en algunos tramos parecía un descenso por un barranco seco. Cerca de Bulnes el camino nos deparó la sorpresa de contemplar una cascada de agua en un paraje de singular belleza.

Una vez en Bulnes y dado que Rafa y yo no queríamos que se enfriaran nuestras respectivas maltrechas rodillas, acompañados de Jon, Juan Diego y Meritxel continuamos el descenso a pie hasta Poncebos, ya por un camino fácil que permitía disfrutar de las estupendas vistas y charlar animadamente para convencer Jon y yo a Rafa de las ventajas de comprarse un Fénix 5.

Llegamos a Poncebos alrededor de las 11:35 y tras informarnos de los horarios de apertura del comedor, decidimos esperar en el restaurante de arriba la larga espera hasta las 13:30 para poder dar cuenta Meritxel, Javi Castaños, Manuel Pozuelo y yo en una mesa del interior de una estupenda y merecidísima fabada, con un toque picantón que a mi particularmente me encantó y que sorprendentemente me sentó divinamente en el estómago. Además, acompañé la fabada de un estupendo pollo a la sidra y un aceptable arroz con leche, poniendo un gran colofón gastronómico a un estupendo fin de semana montañero antes del regreso a Madrid. Un saludo. Javier Gil

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Esa mañana me desperté muy temprano. Tuve que desayunar rápidamente para empezar a caminar hasta Poncebos.

Cuando empezamos a caminar era muy de noche y tuvimos que ir con frontales y me pareció muy gracioso y divertido porque no lo había hecho nunca.

Nada más empezar llegamos a una destrepada. Pasamos de los primeros y yo quería esperar a Zapata, pero me dijeron que siguiera porque él nos pillaba enseguida. Tenían razón y cuando me cogió me fui con el caminando.

Como llevaba muy buen ritmo dejamos atrás a mi padre y a mi tío. Zapata me explicaba todo sobre los lugares por donde íbamos y las personas que venían con nosotros y como me explicaba todo, a eso lo llamaba "escuela de aprendices de alta montaña".

Cuando llegamos a Bulnes había un funicular, pero Zapata y yo y muchos otros decidimos seguir hasta Poncebos. Llegamos muy cansados, pero me gustó mucho porque había mucha vegetación y estaba el río Cares al final.

Estuvimos esperando en un bar a que llegarán todos. Al cabo de un gran rato apareció mi padre y mi tío que habían cogido el funicular porque mi tío estaba muy cansado y porque no estaba acostumbrado a hacer esto. Yo creo que se perdieron una gran experiencia porque el Cares es muy bonito.

La excursión me pareció muy divertida y entretenida por lo que quiero repetir. Pablo Periañez (10 años).

 

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HORARIO:
18:30h. a 21:00h. 
(Sólo días concretos, cuando hay reunión presencial) 
 
 

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