Foto: Jose Antonio H.

Las previsiones climatológicas son regulares tirando a malas. No esperamos encontrar un tiempo furibundamente horrible, pero tampoco un sol grandioso.

Comenzamos a andar aproximadamente a las 9.30 tras una hora larga de desplazamiento. Cielo nublado, temperatura templada, las hojas empiezan a brotar en la incipiente primavera y delante de nosotros cerca de 30kms de ruta.

Empezamos ascendiendo suavemente por una pista forestal que deja a su derecha las vistas de toda la serra do Eixe, con magníficos corredores y escarpadas vertientes, y dejando abajo el feraz valle, poblado de robles carballos y otras caducifolias a punto de brotar.

Tras 5 kms de ascensión tendida, la pista llega a unas minas abandonadas de volframio y deja paso a un sendero festoneado por altas retamas y sotobosque que dificultan nuestro paso y nos obligan a corregir la ruta de vez en cuando.

Siguiendo el camino balizado con hitos y dejando el camino selvático a nuestra espalda, llegamos a la pendiente más fuerte y larga de la jornada, que, a través de un “carreiro” entre vegetación autóctona, sobre todo “queiroa” (brezo o “Calluna vulgaris”) y “carqueixas “ (“Carquesa o “Genista tridentata”) remota por la joroba de la montaña hasta la cuerda superior.

Justo antes de arribar a la misma, el tiempo que se divisaba revuelto y nebuloso, se torna en una espesa niebla, intermitente eso sí, que no nos priva de las magníficas vistas.

A la izquierda se ve toda la cresta de Peña Negra y Peña Surbia y su espectacular caída casi vertical. En la lontananza se vislumbra el Teixedal de Casaio, impresionante enclave donde el tejo es el rey del paisaje.  

Foto: Jose Antonio H.

 

 

No quedan apenas neveros y solo tenemos que bordear uno antes de afrontar la subida final que nos encarama en la cima de Peña Trevinca. La diosa Fortuna nos es propicia y en ese momento, se disipa la niebla y nos regala unas vistas alpinas inolvidables.

Una vez en la cumbre, se forman 3 grupos diferentes: uno, compuesto por 4 personas, opta por flanquear la cresta de Peña Negra y hacer la ruta más larga; otro opta por llegar hasta Peña Negra y dar la vuelta, y el último, estima que lo mejor es descender directamente hasta  la Laguna de los Peces. 

 

 

 

 

 

 

 

 Foto: Natividad G.

Durante el descenso, el tiempo cambia y empeora radicalmente ralentizando la bajada, que se vuelve resbalosa. Comienza a llover, a veces con viento, a veces sin viento y de manera intermitente.

El camino (ahora perfectamente balizado con marcas blancas y amarillas) baja abruptamente hasta la turbera y, una vez ahí, se estabiliza y serpentea arriba y abajo. El paisaje se convierte en una zona de tundra y nos recuerda que estamos en la mayor cuenca glaciar de la Península.

La senda se anchea y convierte en un cómodo PR que, al alcanza la Presa de Vega del Conde,  atraviesa el río y comienza a subir el último escollo del camino, el collado de la Ventosa, desde el cual ya se ve la laguna de los Peces.

El día, irregular climáticamente hablando, no termina bien y comienza a nevar copiosamente. Mientras tanto, el grueso del grupo aguarda en el autobús la llegada del grupito que optó por realizar la ruta larga.

La espera no se demora, y nuestros compañeros llegan a destino sanos y salvos, 15 minutos antes del tiempo límite que habíamos establecidos.

Cansados y reconfortados por la estupenda jornada montañera, partimos hasta nuestro albergue.

-Distancia recorrida: 27.8 kms.

-Desnivel de subida: 1.550 m

-Desnivel de bajada: 1.086

-Tiempo: 9 horas

 

Domingo 19 de abril. Nos levantamos la 7 de la mañana. El desayuno es frugal, más bien escaso y simple, pero los ánimos están insuflados de energía y, tras recoger todo, nos montamos en el autobús con la férrea intención de realizar la nueva ruta del día.

Como el día anterior, el punto de destino es recoleto y de acceso complicado para un autocar. En algún punto, tememos que éste no entre por la estrechez de las carreteras a su paso por los pueblos.

Ese día el grupo se separa en 3 grupúsculos diferentes, cada uno realizando su ruta “à la carte”.

El primer grupo se apea en el Puerto del Peñón y comienza una travesía desde aquí hasta el punto de inicio de las otras rutas. Por lo que me informan, esta travesía transcurre sin incidencia alguna.

El grueso del grupo comienza desde el Parking del pueblo de Truchillas. La ruta, en gran parte balizada como PR conduce, por una pista naturalizada, en suave ascenso hasta el vadeo de un río por un puente de madera.

A partir de ese momento la pista deja paso a un sendero más empinado y entre monte bajo (en algunas ocasione bastante “alto”) que sube sin mucha inclinación hasta el sublime espectáculo del Lago Truchillas, vestigio glaciar rodeado en su cara Sur por tremendas pareces que caen a plomo sobre el agua cristalina.

Aquí el grupo se disecciona y, unos eligen volver al aparcamiento a través del camino circular que pasa por la Laguna Malicioso y otro grupo decide subir al pico Vizcodillo, muy a pesar de la densa niebla que se divisa en la cumbre.

La subida se va empinando poco a poco entre la maleza hasta llegar a un punto en que se llega a la cuerda superior, que surca un canchal de grandes moles de pizarra. Cae la niebla, muy densa de manera que convierte la ascensión en un ejercicio de navegación intuitiva.

Llegamos a la cumbre bastante agrupados. Es una pequeña cresta con un vértice geodésico, pero, lamentablemente, esta vez la niebla no se disipa y la humedad, junto con el viento, hacen la estancia gélida.

En la bajada, como consecuencia de la niebla y la existencia de varios tracks, se produce una pequeña confusión que finalmente se reconduce, y el grupo, separado en dos (ya que varias personas permanecieron en cumbre esperando a  un compañero extraviado) llegan por vías distintas a la laguna de Malicioso, escondida en una hoya pero no exenta de belleza.

Foto: Jose Antonio H.

 

Ya durante el descenso la niebla comienza a remitir y nos permite regocijarnos con las vistas de Septentrión, las lagunas, y la totalidad de la sierra de la Cabrera tapizada el azul intenso de la flor del brezo, cual alfombra se tratara.

El final de la ruta es sencillo. Seguimos las balizas hasta una pista, y desde ahí llegamos directamente al  punto de llegada. Esta vez, el tiempo se abre y nos obsequia, a nuestra espalda, con la vistas del Vizcodillo y el itinerario que hemos realizado.

 

 

 

 

A la hora estipulada, partimos para Madrid, relajados, extasiados y deseando volver a realizar otra excursión.

-Distancia recorrida: 13.7 kms.

-Desnivel de subida: 1.065 m

-Desnivel de bajada: 945 m.

-Tiempo: 5.30 horas

 

Organizador de la actividad: J. Javier Crespo

 

 

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LUGAR:
Centro Cultural Eduardo Chillida (mapa),
C/ Arroyo Belincoso, 9 - 28030 Madrid (metro Vinateros)
 
HORARIO:
18:30h. a 21:00h. 
(Sólo días concretos, cuando hay reunión presencial) 
 
 

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