13 al 15 de mayo de 2017
A lo largo de la tarde del viernes 12 de mayo y en coches particulares fuimos llegando al albergue de Campa da Braña, en el municipio de Cervantes, en Lugo. Cada una de las cuatro habitaciones de literas del albergue serían compartidas por seis compañeros (Otros siete habían elegido ir a algunas habitaciones con camas disponibles en el mismo albergue, abonando la diferencia). Dos avisaron que no podrían llegar hasta mañana sábado y otro que llegaría hacia las 2 de la madrugada; el hijo de Pedro, el dueño del albergue, no tuvo inconveniente en recibirlo a esa hora. En el albergue disponíamos de wifi.
Los pronósticos meteorológicos nos daban lluvia casi segura según avanzara la tarde del sábado, mientras que el domingo era probable que no lloviese. Así que, aunque se había planificado la ruta más fuerte para el primer día, decidimos permutarlas y hacer la ruta de menos kilómetros el sábado, lo que nos permitiría acabar antes esa tarde de supuestas lluvias.
El sábado 13 desayunamos a las 7:30; nos sirvieron tostadas con aceite o mantequilla y mermelada, y frutas. Y salimos en los coches para Piornedo (1130 m), donde comenzaríamos nuestra ruta.
Las rutas propuestas como larga y corta coincidían en subir por el valle del río Veiga Cimeira, alcanzar la cuerda principal de Ancares y pasar por los picos Mostallár (1934 m) y Corno Maldito (1859 m); desde este punto, quienes siguiesen la propuesta larga continuarían por la cuerda 2 km más hasta el pico Tres Bispos (1794 m) y volverían por la misma cuerda y, coincidiendo de nuevo con la opción corta, seguiríamos todos por la sierra de Villous para volver a Piornedo.
Hacia las 8:50 salimos todos juntos de Piornedo. El sendero nos lleva inicialmente por la loma noreste del Veiga Cimeira para después entrar ya en el valle y cruzar el río por un puente. En este punto, hacia las 9:35, todo el grupo seguía bastante agrupado. A partir de aquí fuimos ya distanciándonos en varios grupos conforme remontábamos este bello valle de los Ancares lucenses. Al pasar el punto donde se decidía continuar la variante larga o volverse ya, todos, excepto dos, decidimos la variante larga. Los dos que prefirieron bajar ya, se llevaron una emisora y estaba garantizado que poseían experiencia y recursos de orientación para volver sin problemas.
Antes de llegar al Tres Bispos, la arista de Os Penedos de Donis fue... algo entretenida. Los primeros alcanzaron el Tres Bispos hacia las 12:10; los últimos, hacia las 13:15.
La vuelta por Serra Villous y el Pico Agulleiro (1684 m), aunque próxima topográficamente al camino de ida, nos permitió obtener una visión totalmente diferente de la zona y, además, pudimos deleitarnos con las grandes manchas moradas del brezo nazareno en flor.
Aunque estaba advertido, muchos se pasaron el desvío a derecha que teníamos que tomar para bajar al valle; pero fue fácil rectificar. Entramos en el valle y cruzamos el Veiga Cimeira por un puente, 1,5 km más abajo del que cruzamos en la ida. Hacia las 15:30 estaban los primeros ya de vuelta en Piornedo; hacia las 17:40 llegaban los últimos. Apenas tuvimos lluvia.
De vuelta en el albergue, para cenar nos hicieron fabada y/o sopa de primeros, ternera con salsa de nueces y/o pollo al chilindrón de segundos y tarta de postre. Falta de luz en un baño y deficiencia en limpieza fueron reportados y atendidos y resueltos por la gerencia del albergue. Llegó de Madrid la pareja que aún faltaba por incorporarse; ya estábamos los 31 inscritos en este viaje.
Domingo, 14 de mayo
El desayuno fue igual que el del día anterior y también a las 7:30. Aunque solo a 35 km, tardaríamos una hora en llegar con los coches por esas carreteras de montaña a nuestro inicio de ruta, Tejedo de Ancares (980 m), en la provincia de León.
La ruta larga estaba propuesta como una circular de 24,5 km en sentido dextrógiro que partía de Tejedo e iba subiendo hasta el Campanario (1901 m), alcanzaba la cuerda principal de Ancares en el Cuiña (1992 m) y la recorría, pasando por el puerto, hasta el Miravalles (1966 m), desde donde bajaba de nuevo a Tejedo. La propuesta corta, también circular, partía de Tejedo en sentido contrario (levógiro) y subía al Miravalles, siguiendo por la cuerda hasta el puerto y bajando a Tejedo por el centro del valle.
La mayoría eligió hacer la propuesta larga, salvo ocho que hicieron la corta y un grupo de cinco que decidieron hacer la ruta larga pero en sentido levógiro, pues uno de ellos habría de volverse pronto y prefería subir al Miravalles y, desde el puerto, bajaría por el centro del valle. Entre 9:15 y 9:30 estábamos saliendo de Tejedo todos los grupos.
La mañana se presentó con niebla agarrada en las cimas más altas. Después, fue abriéndose y hacia mediodía las vistas desde las cumbres ya se extendían a toda la lejanía. En ningún momento nos llovió.
El grupo que hacía la "larga-levógira" subió por los bellos bosques y las brañas de los huecos glaciares del arroyo Miravalles, cresteó directamente desde el Miravalles-Este (1961 m) y alcanzaba el Miravalles a las 11:40; lamentablemente, a esta hora, la niebla aún envolvía el pico. A las 13:05 el grupo ya estaba en la carretera que cruza el puerto de Ancares, desde donde bajó el compañero que tenía que volverse pronto. Los demás seguirían hacia el Cuiña y el Campanario, por donde pasaban a las 14:40 y donde, un poco más adelante, con todo el valle de Ancares, ahora sí, a la vista y a sus pies, hicieron una breve parada para tomar algo. A las 17:05 estaban de vuelta en Tejedo.
El grupo de ocho que seguía la ruta corta subió, más relajadamente, siguiendo el mismo itinerario. Hizo una breve paradita en Sierra Corredoira y, al llegar a un punto donde se divisaba bien ambas alternativas, se valoró si atacar la subida final al Miravalles desde el Miravalles-Este, lo que presentaba alguna pendiente de fuerte inclinación, o dando un pequeño rodeo por sendero más fácil; todos se decantaron por la primera opción y a las 13:27 estaban en el Miravalles. Continuaron por el claro definido que viene del puerto y, en sierra Bruteira, tres prefirieron ir por su arista y cinco siguieron a poca distancia por el sendero que la elude por su ladera norte. Reagrupados de nuevo, a las 14:50 hicieron una parada para comer algo. A poco de reemprender la marcha se fueron cruzaron con el grupo principal que recorría la cuerda en sentido contrario y que venía relativamente agrupado (12 minutos entre los primeros y los últimos); uno de ellos se les incorporó, por lo que pasaron a ser nueve. A las 16:00 estaban en la carretera que cruza el puerto. Desde aquí acometieron, siempre agrupados (o, más precisamente, en contacto visual), la entretenida y enrevesada bajada por el centro del valle: Al principio había que seguir siempre cerca de un regatillo que crea la única zona despejada de matorral; después, la referencia era una viejísima pista que, cuando estaba ocupada por matorral o por arroyos, siempre se podía seguir en su proximidad sin perderla mucho de vista; ya en el valle, hubieron de saltar un par de alambradas que atravesaban el sendero y, por fin, a las 18:45, llegaban a donde habíamos aparcado.
El grupo mayor, las 17 personas que hacían la "larga-dextrógira", inició su camino por la ladera norte del pico Miradelo, siguiendo un carril a través de un frondoso bosque de robles y avellanos que, con la altura, se fue cubriendo de serbales, abedules y acebos. Hacia los 1360 m, el carril termina y arranca un camino que, a través del tupido brezal que cubre las laderas altas del valle, sube hasta la cuerda principal del valle. La travesía de las cumbres comenzó por una senda desdibujada entre rocas y ocasionales tramos de matorral. Al llegar a los Campanarios en algunos tramos fue necesario utilizar las manos para superar escalones rocosos, cuya dificultad aumentaba por la humedad de la roca, pero sin pasos expuestos; ni siquiera en la bajada al collado anterior al Cuiña. En esta parte del recorrido hay pocas señales de camino, salvo ocasionales hitos que señalan pasos obligados, conviene siempre mantenerse en la cresta sin hacer caso de las trochas abiertas en el matorral por los animales. Finalmente, hacia las 13:07 alcanzaron el Cuiña. A partir aquí el terreno se suavizó por un camino evidente y cómodo; y la niebla fue desapareciendo. Hacia las 13:40, bajando del Brañutín, se encontraron con el grupo que estaba haciendo la marcha larga en sentido contrario. Hacia las 14:00, junto al refugio del puerto, hicieron una parada para reagrupamiento y comer.
Siguieron hasta el aparentemente lejano Miravalles, a través de unas lomas cómodas, cruzándose con el grupo que hacía la opción corta, como ya se ha descrito. Poco después llegaban a la sierra Bruteira, cuyos contrafuertes rocosos tienen algunos pasos donde hay que hacer uso de las manos, pero que no presentan dificultades. Parte del grupo hizo la travesía por la arista, mientras que otra la rodeó por el camino que va por la vertiente norte. Finalmente, hacia las 16:15, llegaban a la cima del Miravalles, después de 7 horas de marcha y 1700 m de subida. Después de las fotos de rigor, un grupo de cuatro siguieron la ruta prevista, subiendo a la segunda cima (el "Miravalles-Este"), mientras que el resto la rodeaba por el sur para tomar el camino de bajada. El Miravalles hace honor a su nombre y presenta una magnifica vista de todo el extremo occidental de la Cantábrica, con los montes de Lugo, Asturias y León. Las panorámicas que se veían desde la segunda cima eran todavía más amplias que desde la primera.
La bajada hasta Tejedo fue por donde habían subido por la mañana los otros grupos, el antiguo camino que comunica los pueblos de las vertientes asturiana y leonesa. Descendiendo rápidamente hasta el bosque de abedules y acebos que cubre todavía el fondo del barranco del Miravalles, un precioso trayecto en el que abundan los árboles centenarios y los rincones umbríos. Después de dos horas y media de bajada, hacia las 19:10 llegaron a Tejedo tras 24,5 km de longitud, 1800 m de desnivel y 10 horas de marcha. Un grupo consiguió que les abrieran el bar y fueron los únicos que pudieron tomar las cervezas allí mismo.
De vuelta en el albergue, esa noche tuvimos para cenar pote gallego y/o crema de puerros de primeros y ternera y/o pollo de segundos, con tarta de postre. Todos a una felicitaron a Juana, la amable cocinera.
El desayuno fue igual que el del día anterior y también a las 7:30. Ya con todo el equipaje en los coches, abandonamos el albergue y nos dirigimos a Piornedo.
Hacia las 9:00 comenzamos nuestra ruta, todos juntos. El itinerario consistía en recorrer en 14,5 km, cinco aldeas del municipio de Cervantes: Piornedo, Vilarello, Robledo, Xantes y Doni; todas ellas con elementos de la arquitectura tradicional de los Ancares: hórreos y, sobre todo, pallozas. Esta vez no iríamos por nuestros acostumbrados senderos de montaña, sino por los propios caminos agropecuarios que usan los habitantes de la comarca. Aún así, haríamos unos 750 m de desnivel. Aunque, como siempre, el grupo se fue dividiendo, en general fue una marcha relajada que nos permitió apreciar la geografía física y humana de la comarca y la naturaleza de sus impresionantes bosques, valles y barrancos. El paso más delicado fue el cruce de río dos Carneiros que hicimos sobre dos troncos en mal estado, restos de un antiguo puente; que el día fuese soleado y seco facilitó este tránsito. Entre las 12:30 y las 13:30 estábamos todos volviendo a Piornedo. El bar estaba abierto y algunos tomaron algo antes de que cada coche emprendiese la vuelta a sus respectivos orígenes.
Textos: Manuel Pozuelo y Pedro Bravo. Fotos: Pedro Bravo.
Coordinador: Manuel Pozuelo