A.D. Grupo de Montaña PEGASO

Morra de Lechugales, Pico Cortés y Cumbres de Avenas

17 al 19 de septiembre de 2021

DATOS PRINCIPALES

Fecha: 17-19/09/2021

Lugar de realización: Macizo Oriental de Picos de Europa (Cantabria y Asturias)

Número de participantes: 35

Transporte: Vehículo particular

Coordinador/a: José Luis Sanz Zapata

Esta ruta de fin de semana comenzó el viernes en el pueblo de Espinama. Poco a poco los 35 participantes fuimos llegando a los alojamientos previstos en el hostal y apartamentos Remoña. Algunos optamos por cenar allí y, tras breve paseo, descansar para la actividad propuesta.

Sábado, 18 de septiembre

El sábado por la mañana, desayuno a las 7:00 y como en años precedentes algunos deciden no utilizar los vehículos que nos subirán los aproximadamente 900 metros de desnivel que nos separan del alojamiento previsto. Provistos de buenas piernas y ganas de ejercitarlas, dos compas deciden salir sin más demora. Primer turno de taxis a las 7:30. El segundo grupo partimos a las 8:00. Tras dejar parte del material en el Refugio de Áliva iniciamos la actividad.

 Primer turno de taxi

Sorprendentemente, nadie del primer grupo valora esperar al segundo grupo y los 18 integrantes del primer grupo, algunos con conocimiento y la mayoría por seguir “al que sabe”, se inclinan por un track no propuesto por la organización. El plan es subir por los picos de Cámara y, siguiendo la cuerda completa (ascendiendo los picos que se pueda), continuar hasta el Pico Cortés. Si quedan fuerzas, llegar hasta la Morra de Lechugales. El taxista afirma que la opción es mucho más bonita que ascender por la Canal del Jierru y una participante ha descargado un track que puede servir de guía.

Se advierte a los participantes de esta improvisada expedición que no entra dentro de la actividad programada del club, que no se ha estudiado y puede resultar complicada y se aporta track “on the run” a todo el que lleva dispositivo adecuado, por lo que pudiera ocurrir.

Tres participantes deciden prudentemente darse la vuelta. El resto continúan.

El ascenso es empinado, por hierba y rocas, y hasta el momento sin complicaciones. Llegados a la cota aproximada de dos mil cincuenta metros unos perrazos pastores les saludan amistosamente. Hace algo de aire y el grupo come algo y se pertrecha para no “entrar en frío”. Comienzan con el faldeo por la cuerda y se encuentran con terreno descompuesto y delicado que requiere mucha atención, aunque se puede percibir un sendero más o menos dibujado.

Todos los miembros del grupo van paulatinamente abandonando la idea de coronar todas las puntas de la cuerda. Tras el segundo pico de cámara hay que descender por una canal en la que las piedras se van para abajo y amenazan con llevar a alguno con ellas… hay que ir con mucho tino. Uno de los compañeros nota molestias en la rodilla y, viendo el tipo de camino que tienen por delante, decide no tentar a la suerte y bajar. Aprovecha para ello una canal amplia (ya sin “Rolling Stones”). Le entregan una emisora y es observado por el grupo mientras baja, hasta que llega a una parte más sencilla.

El grupo continúa, pasito a pasito, y siguiendo el sendero que se adivina siempre en la parte Oeste de la cuerda, dejando las alturas a la derecha.

Un rato después el compañero que había bajado informa de que ha llegado a la transitada pista sin mayores incidencias. El grupo se acerca ya al Prao Cortés. Empiezan a aparecer señales de pintura en la piedra, y siguiéndolas más o menos se va bien, con algún que otro paso en el que hay que echar las manos.

Para bajar, ya en el track propuesto por el club, hay que hacerlo por una canal francamente desagradable y peligrosa por la ingente cantidad de piedras que pueden resbalar y golpear al personal que vaya por debajo. El grupo se organiza, yendo bastante juntos y coordinando las travesías de un lado al otro de la canal para evitar golpear y ser golpeados por piedras. Algunos se ponen el casco.

En este punto, parte del grupo se escinde, bajando ya por la subida de uno de los tracks oficiales propuestos por el club.

Coronan primero el Prao Cortés (que realmente parece un “prao” en sus últimos metros), y aquí ya empiezan a encontrar otras gentes (de Pegaso y foráneos) que han subido por la canal de Las Grajas.

Tras comer un tentempié y hacerle fotos a la niebla, toca continuar hasta el Pico Cortés, que se ve bien lejos y la Morra, que por allí resopla.

 

Desde el Prao hasta el Pico Cortés el camino está muy definido y concurrido. Hay algunos pasos de trepar y destrepar, pero todos sencillos porque en este tramo la roca está bastante limpia y en buenas condiciones (nada que ver con el tramo anterior). En menos tiempo del esperado se plantan en el Pico Cortés.

El resto, siete personas, continúan en travesía hacia el collado en el que culmina la Canal del Jierru (subida oficial a la Morra propuesta para el día). Para evitar bajar demasiado (que hubiese sido la opción más segura) se aventuran por unos hitos que se pueden seguir más o menos intuitivamente. Este tramo vuelve a ser muy complicado, muy pendiente y muy descompuesto. Requiere mucha atención y cuidado. Una participante sufre una caída cuando se desprende uno de sus apoyos Afortunadamente el episodio se queda en el susto. Se aplican unas curas rápidas y el grupo al completo continúa el camino hasta el ya cercano collado.

 Llegados allí el grupo se encuentra en el brete de decidir si continuar hasta la Morra, viendo que es medio tarde, cuando de pronto aparece el grupo del coordinador, que está bajando ahora mismo de la Morra y que les informa del tiempo que puede llevar culminar el pico. Los siete se animan a continuar, y sin más incidencias (con cuidado porque la niebla lo moja todo), se encaraman en la Morra, salvando la famosa chimenea. En recompensa, las nubes se redistribuyen y brevemente consiguen disfrutar de las panorámicas vistas.

La bajada la realizan por el track oficial, siguiendo la incómoda Canal del Jierru, en la que también hay que progresar con mucho cuidado, sobre todo en su parte superior, para no tirar ni recibir piedras por parte de los compañeros.  Progresivamente se suaviza, y, aunque parece no terminar nunca la maldita canal, finalmente llega hasta un sendero que discurre paralelo a la pista, evitándoles un buen tramo de “calcetinada”.

 

 Segundo turno de taxi

Los 15 del segundo turno de taxi comenzamos la ascensión y al poco, dos desvían sus pasos hacia el Pico Cortés, uno hacia la horcadina de Covarrobres y los 12 restantes optamos por la ascensión normal a la Morra. Todos alcanzamos la horcada del Jierru y aquí seis deciden regresar sobre sus pasos y seis continuar a la cima de la jornada.

El primer grupo tuvo diferentes ritmos y estos se van acomodando a las posibilidades de cada uno. Cuatro compañeros inician descenso sin llegar al objetivo y el resto alcanzan la cima y continúan hasta el collado que da acceso al pequeño descenso y aproximación a la Morra de Lechugales. Después, una decena transitan con el esfuerzo acumulado hasta alcanzarla.

El largo recorrido dio pie a que los diferentes grupos fueran encontrándose en algunos momentos del día. Humedad, aire y también en ocasiones frío, niebla, dudas, preguntas… todo fue acompasándose y colmando no pocas expectativas de los participantes.

El regreso tras la bajada hasta la pista forestal de la Llomba del Toro, que une Áliva con las invernales del Texu, fue algo más que largo. Los tres Km y el constante y monótono desnivel de trescientos metros hasta el refugio se le atragantaron al que esto suscribe y a algunos más. Eterno y solitario.

He robado algunas fotografías de los compañeros Zazo y Javiti así como de otro mal fotógrafo que pasó por allí; muestran las caras de preocupación y tristeza por la ausencia de tantos compañeros del club que hubiéramos deseado que compartiesen conversación y alegrías con nosotros. Será en otra ocasión (quizá el año 2022 ¿en el primer finde de octubre?), seguro.

La cena en Áliva estupenda. Bullicio, explicaciones, presentaciones, comentarios de lo acontecido… lo normal, pero muy agradable. Incluso algún espontáneo se lanzó con un mitin sin megáfono, cosas de la emoción del momento. Explicaciones para el día siguiente, fiasco para el horario de desayuno que tampoco fue para tanto (diez minutos de retraso para los madrugadores).

Domingo, 19 de septiembre

El domingo amanece radiante, temperatura perfecta y ni una nube. Pocos deciden hacer las opciones más duras ya que la mayoría pasó por ellas el día anterior.

Las cumbres de Avenas dejaron poco recuerdo a media docena de nosotros.

La bajada la realizamos por la pista hasta Espinama, tranquilamente y preguntándonos por los innumerables montículos que ratones o topillos realizan en aquellos pastos. Sorprende la ausencia de depredadores y provoca la observación de algunos de nosotros.

La ruta desde el refugio Hotel Áliva hasta Espinama transita exclusivamente por el PR-24. Baja hasta las praderas de Áliva, continúa hasta las Portillas del Boquerón, sigue por los invernales de Igüedri, pasa por la Regollá y termina en la localidad de Espinama.

Vamos conversando unos y otros, pero este domingo tengo la suerte de compartir los pasos de una memoria viva del club. Un placer evocar los recuerdos de tantas actividades, vaivenes y compañeros que han ahormado el modo de gestionar y organizarnos para hacer MONTAÑA. Benito Fradejas va hilándome con recuerdos una bolsa de estímulos. Gracias.

Llegamos a Espinama, y nos “ponemos de bonito” con las mejores galas que cada cual dejó en el coche. Refresco, vermut, alguna compra, sonrisas y bromas. Finalmente, ¡cómo no!, nos despedimos de cada grupo, de cada coche, de cada compa… ¡Hasta la próxima!

Un fin de semana estupendo, quizá parecido al de la travesía de Picos en 2019 que tan buen recuerdo dejó en cuanto a las sensaciones recibidas.

Mencionar a mi compañero Pedro, que tanto me ha ayudado en esta ocasión. Sin él hubiéramos tenido peor información y control. Sin olvidar a Arturo y Esther, siempre ahí y dispuestos para lo que necesite. Gracias.

No voy a olvidarme de las “caras nuevas” para mí: Ha sido muy agradable conversar con Pedro, con Andrzej, Eva, Mª José, Dolores, José Ramón... un notable grupo de amigos.

Vaya por delante mi disculpa para los que no fui capaz de satisfacer en los alojamientos. No fue fácil. También a los no fotografiados en este resumen, lo siento. Y ya, sin más incidentes que destacar, salvo las gotas de lluvia que nos refrescaron en algunos momentos del recorrido del sábado y el dolor de pies y viejas heridas que algunos arrastramos desde otros parajes.

Nos vemos. Salud.