El pasado 8 y 9 de septiembre de 2012. 25 socios del club llegamos a Fuente De para atravesar los Picos de Europa en busca de dos de sus cumbres más emblemáticas: El Naranjo de Bulnes o Picu Urriellu, debajo de cuya imponente pared oeste dormimos el sábado en el Refugio Urriellu, y el Torrecerredo, su cumbre más alta, que algunos de nosotros visitamos el sábado.
Hay pocos sitios en los que a uno le tratan como en casa, y uno de esos lugares es el albergue Briz de Espinama. Últimamente nuestro club para por ahí casi todos los años, y eso se nota. Nos sirvió de alojamiento el viernes.
Para que el sábado nos diera tiempo a subir al Torrecerredo y llegar al refugio necesitábamos coger el primer teleférico, a las 9, y aun así teníamos el tiempo justo ya que la predicción era de tormenta a mediodía. Algunos compañeros decidieron atacar directamente Torrecerredo desde Horcados Rojos en lugar de seguir la marcha planeada de llegar primero al refugio Urriellu. Al final llegaron una hora antes que nosotros a la cumbre, pero aun así creo que nosotros hicimos bien en ir primero al refugio, ya que la otra alternativa era más exigente para los que no iban a Torrecerredo.
El camino a seguir desde El Cable es el de Cabaña Verónica, poco antes de llegar, giramos a la derecha para alcanzar el Collado de Horcados Rojos (2344 m, 1h 15). Aquí se separaron los que iban a Torrecerredo, que ya nos llevaban ventaja. Los demás teníamos dos opciones para bajar del collado: por la pedrera de la izquierda o por el cable. La mayoría optamos por el cable, la otra bajada hay que encontrarla. El cable me pareció de poca ayuda ya que no tiene nada de tensión y la bajada es un destrepe fácil, aunque algunos compañeros lo utilizaron para descolgarse. El mayor peligro es la piedra suelta, nosotros nos pusimos el casco. Tras atravesar el Jou de los Boches y el Jou Sin Tierre llegamos al Refugio Urriellu (1903 m, 3h 15).
Allí dejamos parte de la mochila y comenzamos la subida hacia Torrecerredo. Primero un grupo y luego otro que salió más tarde y llegó hasta la base del pico. Se empezó a notar el cansancio en la primera cuesta hasta el Paso de la Corona del Raso (2250 m). El sol apretaba y picaba. Desde ahí el terreno hasta la Horcada Arenera es fácil y no hay apenas desnivel (2285 m, 1h desde el refugio).
A partir de aquí empieza la aventura de encontrar el camino. Hay que bajar un poco y enseguida coger el camino que ladea a la izquierda. Para llegar al Jou de Cerredo hay dos caminos, uno que ladea por arriba y otro por abajo. María y yo nos rezagamos un poco para comer y nos desviamos del camino de abajo, subiendo por unos hitos engañosos. Una vez en la entrada del Jou de Cerredo hay que prestar atención y no comenzar a subir directamente, sino bajar un poco y coger el camino que ladea hasta la base, bastante marcado, lo digo por experiencia. A esas alturas nosotros ya estábamos con la pájara y cansados de dar vueltas, mientras el grupo que había ido directamente desde Horcados Rojos ya estaba bajando y los que habían salido del refugio estaban casi arriba. Es duro reconocer que te has perdido siendo el coordinador, habiendo preparado la ruta y llevando GPS, pero hay veces que ni por esas, el cansancio es muy mal consejero y muchas veces te lleva por el primer camino que ves, y más si vas con la hora pegada y hay unas nubes amenazantes en el cielo. Hicieron bien nuestros compañeros en tirar por delante.
Después de ladear, los hitos empiezan a subir por una canal con algún paso fácil. Se llega a una pedrera desde la que se ve la segunda canal. Aquí nos encontramos con nuestros compañeros de bajada, dudé un momento en seguir porque comenzó a chispear, María quería seguir subiendo y accedí a probar suerte, que es lo que necesitábamos para que no se empapara la roca en la bajada. La segunda canal tiene algún corto pasaje vertical (II+, 1 clavo) pero poco expuesto que nos conduce a una empinada diagonal pedregosa que busca la cumbre hacia nuestra izquierda. Este tramo lo imaginaba peor y es el que me preocupaba bajar con la roca mojada, al final resultó ser una ladera expuesta pero bastante ancha y sin apenas pasos de roca, aunque depende de por dónde la cojas. Mucho antes de lo que imaginábamos nos plantamos al lado de la cumbre. Sólo nos quedaba bordear un pequeño muro (I+, aéreo) para abrazar el hito de la cumbre más alta de Picos, el Torrecerredo (2648 m, unas 3h desde el refugio en condiciones normales). Esta cumbre me supo a gloria después de la pájara, la amenaza de lluvia y de haber estado varias veces a punto de abandonar, se la debo a la tozudez de María. Muy buenas vistas de la Peña Santa, el Pico de los Cabrones y muchos otros que no conocía, abajo, muy abajo, se adivinaba la Garganta del Cares. No terminó de llover de verdad así que la bajada no supuso ningún problema. Una vez en el Jou de Cerredo decidimos seguir el camino de arriba que no cogimos a la ida, que además es más bonito por las vistas del Torrecerredo. Hicimos el resto de la bajada acompañados de un montañero de Gijón que nos iba enseñando los nombres de sus Picos. Caía la tarde y una luz mágica iluminaba las montañas de la costa, y al fondo, el azul difuminado de lo que debía ser el mar nos daba la sensación de dominar el horizonte.
Llamamos por walkie a nuestros compañeros para que nos guardaran la cena pero no sirvió de mucho, afortunadamente nos pudimos enganchar a un segundo turno. Una familia de rebecos parecía estar esperándonos a las puertas del refugio, y nos los hubiéramos comido si hubiera hecho falta.
Al día siguiente salimos del refugio para rodear las majestuosas paredes del Urriellu: la oeste, la que tiene vías más técnicas, está justo encima del refugio, parece que se va a caer encima. La norte es la que tiene más desnivel, un elegante espolón vertical que han escalado figuras como Josune Bereziartu o Eneko Pou. Por la este escalaron por primera vez el Picu Pedro Pidal y el Cainejo, con alpargatas y una cuerda de cáñamo. Finalmente, tras una subida, llegamos a ver la sur, con gente escalando por la vía de los Martínez, la más transitada.
Una pedrera infame nos sube hasta la Collada Bonita (2382 m, 1h 30). Un grupo ha salido por delante y el resto nos paramos para reagruparnos. La espera merece la pena por las vistas del Picu Urriellu. Las vistas hacia el otro lado tampoco se quedan cortas, una pared cortada a pico llamada Chuchallón de Villasobrada. La bajada también es una pedrera infame, pero más corta, después entramos en un terreno de pequeños jous, rocas kársticas con grietas a nuestros pies que parecen las de un glaciar de roca. El lugar es francamente bonito y me siento orgulloso de no haberme perdido ahora que voy encabezando el grupo, voy recuperando facultades. Giramos a la derecha para no seguir el camino de la Canal del Vidrio y una ligera subida nos lleva hasta el Collado de la Canalona (2444 m, 4h). Algunos compañeros ya están bajando de la Peña Vieja y nos animan a subir. No teníamos pensado subirla, pero sus tiempos nos animan y decidimos subir sin mochila por la pedrera. Otros compañeros se dirigen a los Picos de Santa Ana. En media hora estamos en la Peña Vieja (2613 m, 4h 45 desde el refugio) y comprobamos que ha merecido la pena subir: vistas de la Peña Santa, Torrecerredo, Macizo Oriental, el verde de los llanos de Áliva del que nos separan 700m de pared, y mirando hacia El Cable, un balcón impresionante que sobresale en medio de la cresta, la Peña Olvidada.
La bajada hasta el collado es rápida y desde ahí, ya con la mochila, bajamos por camino bien trazado hasta enlazar con el camino de Cabaña Verónica, por el que subimos el sábado. Nos empieza a caer la lluvia que nos perdonó el día anterior en Torrecerredo, que nos caiga ya lo que quiera, hemos pasado un estupendo fin de semana de montaña y tenemos en frente las enormes paredes de la Peña Vieja que acabamos de bajar. Llegamos a El Cable (1834 m, 7h desde el refugio) y, después de montar el numerito pagando uno a uno los tickets del teleférico, nos montamos en los coches camino de Madrid. Juan Trias