Iniciamos la ascensión a las 9:00 desde el pueblo de San Feliú de Veri en dirección a La Muria, a pie, a pesar de ser una pista practicable para vehículos, pues había restos de nieve y placas de hielo.
Seguimos descenso hasta el merendero de La Muria, donde nos pusimos las raquetas ante la abundante nieve que nos encontramos, continuamos el ascenso por la pista siguiendo huellas de esquí. En el paraje conocido como Selva Plana dimos un giro de 90º para tomar el sendero que se dirige a la Coma de San Adrián. (Waypoint)
Seguimos huellas durante unas 2 horas, hasta que se acabaron. Íbamos mal, tal como nos había advertido Juan, que seguía los tracks cargados en el GPS. Decidimos desandar la pista y buscar el sendero que por el fondo de un barranco se dirige al Collado de San Feliú. El sendero estaba sepultado por un metro y medio de nieve y dimos con él gracias al GPS y a unos restos de bolsas de plástico que colgaban de unas ramas. (Waypoint “Bifurcacion”)
Hundiéndonos algunas veces hasta el pecho nos fuimos abriendo paso hasta alcanzar una cota por encima de los 1700 m, nuevamente Juan nos dijo que íbamos mal, y tuvimos que volver a descender, en este caso, unos 100 m, cruzamos el barranco y sin restos de traza, seguimos en dirección al collado por terreno más despejado de maleza. La nieve estaba blanda y no llegamos al Collado de San Feliú hasta las 13:30, nos asomamos a la Coma de San Adrián, y al amplio valle en forma de herradura que forma el macizo del Turbón. Después de varias horas dando tumbos y sin apenas comer, el aire que azotaba el collado y la visión de las laderas del Turbón cargadas de nieve e inaccesibles para nosotros ese día fue sobrecogedora y al mismo tiempo tentadora.
Comimos algo y emprendimos la subida por la Coma. El cansancio hizo mella y 3 de nosotros se volvieron, pero de repente me vi subiendo como un loco, sin hora de vuelta ni punto de retorno, sin mirar el mapa. Era Febrero, la vuelta iba a ser larga y complicada y las horas de luz se agotaban. Sin alcanzar el Collado de la Portella, ya pasadas las 16:00, dejamos las mochilas y seguimos ascendiendo a la derecha hasta la cresta donde se encuentra el pico, por nieve más dura. Solamente quería ver la cima; fue a las 16:30 en que a unos 100 m de la cumbre, y tras asomarnos a las impresionantes paredes de la cara Sur, emprendimos el regreso por el mismo camino. A las 18:15 estábamos en el bosque, pero, por evitar el barranco de la ida no seguimos nuestras huellas de subida, y nos metimos en un terreno casi impracticable, que nos supuso más de 1 h de duro esfuerzo para atravesarlo. Hundiéndose Carmen en ocasiones hasta el cuello -y no exagero-, y con la noche encima, estuvimos a punto de quedarnos allí. Y si llegamos a ir a la cumbre, y tardar media hora más... Atención montañeros: a veces incluso menos tiempo puede suponer la diferencia entre salir ileso y una hipotermia.
Salimos del berenjenal con el último ápice de luz. Llegamos a la pista a las 19:45 y al pueblo sobre las 21:15, tras más de 12 horas sin apenas descanso. Marcha dura por las condiciones de la nieve y nuestro desconocimiento del trayecto, pero muy recomendable, por lo impresionante que resulta ver este macizo nevado. Esta es, sin duda, la más bonita de las posibles vías de ascensión al Turbón.
Sobra decir que este año ha sido extraordinario en nieve, pero recordad si váis en invierno informaros del estado de la nieve y, ante la duda, llevar raquetas
Autor: Carmen y Juan
